Las herramientas que estoy usando ahora mismo para trabajar en marketing digital

Redacción

Cada vez que empiezo un proyecto nuevo o reviso uno que ya está en marcha, vuelvo al mismo punto: las herramientas. No porque sean lo más importante, sino porque condicionan cómo trabajas, cuánto tiempo pierdes y hasta qué punto puedes escalar lo que haces.

En los últimos meses he probado, descartado y ajustado varias herramientas de marketing digital. Algunas se han quedado, otras han salido del sistema. Lo que sigue no es una lista definitiva ni una recomendación universal, sino el stack que estoy usando ahora mismo y por qué tiene sentido para mí en este momento.

Parte de estas herramientas las tengo recopiladas y actualizadas en una sección específica de recursos y herramientas, donde voy añadiendo lo que uso, lo que dejo de usar y lo que analizo con más detalle a lo largo del tiempo.

En email marketing, por ejemplo, he acabado volviendo a soluciones sencillas. Durante un tiempo probé plataformas más complejas, pero para proyectos editoriales y marcas pequeñas el coste mental no compensaba. MailerLite me funciona porque me permite montar automatizaciones básicas, gestionar listas y enviar newsletters sin fricción. No es la más avanzada del mercado, pero justo por eso encaja bien cuando lo importante es publicar y medir, no pelearte con la herramienta. Es una de las plataformas que suelo recomendar cuando el proyecto está empezando y forma parte de la selección que mantengo en la sección de recursos y herramientas del proyecto. En otros contextos más orientados a creadores o productos digitales, ConvertKit sigue siendo una opción muy sólida, sobre todo por cómo gestiona los suscriptores y los flujos.

Donde sí paso gran parte del tiempo es en la organización del trabajo. Notion se ha convertido en el centro de todo: ideas, calendario editorial, documentación, borradores y sistemas. No lo uso como una herramienta “bonita”, sino como una base operativa. Al principio es fácil caer en la tentación de complicarlo demasiado, pero cuando lo mantienes simple se vuelve extremadamente útil. No es imprescindible para todo el mundo, pero en proyectos con mucho contenido y reflexión constante, marca la diferencia.

Para diseño y contenido visual, Canva sigue siendo la opción más eficiente. No sustituye a un diseñador ni pretende hacerlo, pero para portadas, gráficos rápidos o piezas para redes ahorra muchísimo tiempo. En un entorno editorial, donde la velocidad importa, eso pesa más que la perfección.

En cuanto a datos, no hay demasiadas sorpresas. Google Analytics sigue siendo la referencia para entender qué está funcionando y qué no, aunque cada vez exige más criterio para no perderse entre métricas irrelevantes. Complementarlo con Google Search Console es casi obligatorio en cualquier proyecto que dependa de tráfico orgánico: te dice qué ve Google, cómo te encuentra la gente y dónde están los problemas antes de que se noten demasiado.

La irrupción de herramientas de inteligencia artificial también ha cambiado parte del proceso. No las uso para “escribir por mí”, sino como apoyo: ordenar ideas, desbloquear enfoques, revisar textos o acelerar tareas repetitivas. Bien utilizadas, funcionan como un copiloto; mal utilizadas, solo generan ruido.

En algunos flujos más técnicos, la automatización también juega un papel importante. Herramientas como Zapier o Make permiten conectar servicios y evitar trabajos manuales innecesarios. No son imprescindibles al empezar, pero cuando el volumen crece se vuelven casi invisibles… y justo ahí está su valor.

A nivel de infraestructura, WordPress sigue siendo la base de este proyecto. No es la solución más moderna ni la más sencilla, pero ofrece control, flexibilidad y una base sólida para SEO y contenido editorial a largo plazo. Complementarlo con un plugin SEO ayuda a no cometer errores básicos, aunque ninguna herramienta sustituye al criterio.

Si algo he aprendido con el tiempo es que no hace falta usar todas las herramientas a la vez. De hecho, hacerlo suele ser contraproducente. La mayoría de proyectos pueden funcionar bien con muy poco: una plataforma de email, un sistema de organización, una herramienta de analítica y algo para diseño. Todo lo demás debería añadirse solo cuando resuelve un problema real.

Esta lista no es cerrada ni permanente. Cambia con el proyecto, con el momento y con las prioridades. Por eso mantengo una sección específica de recursos y herramientas donde voy actualizando las plataformas que uso y recomiendo, con más contexto y enlaces directos para quien quiera profundizar.

Al final, las herramientas no hacen el trabajo, pero sí condicionan cómo lo haces. Elegir bien no va de tener el stack más sofisticado, sino el más coherente con lo que estás construyendo.

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